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Sant Antoni, una de las fiestas más populares de la isla

Sant Antoni, una de las fiestas más populares de la isla
enero 5, 2017 rex4media

Sant Antoni, una de las fiestas más populares de la isla

Una fiesta protagonizada por demonios, foguerones y un pino muy especial

Cada año poco después de pasar los Reyes, cuando los regalos ya casi han caído en el olvido, se celebra una de las fiestas más tradicionales de Mallorca. El día de Sant Antoni  el 17 de enero. Esta celebración muy arraigada en las costumbres mallorquinas, es sin duda una de las fiestas más populares en los pueblos del norte de la isla. Además de ser una de las más antiguas, ya que se dice que la primera fiesta tuvo lugar en 1365.

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Sant Antoni Abat, un monje ejemplar

Pero, ¿quién era este hombre tan especial por el cual casi toda una isla celebra su santo con tantas ganas e ilusión? Sant Antoni Abat era un monje cristiano y pionero del eretismo. Nació en el año 251 en Egipto, y con alrededor de 20 años se quedó huérfano y al encargo de su hermana menor. Poco después recibió la llamada de Dios a lo cual repartió sus bienes y se marchó a vivir una vida aislada en las montañas. Sant Antoni era conocido entre otras cosas, por curar animales. Se cuenta que una jabalina le hizo compañía durante toda su vida, agradeciéndole de esta manera haber curado la ceguera de sus jabatos. Sant Antoni vivía en una cueva de Tebe donde el diablo intentó una y otra vez tentarlo con visiones, pero sin éxito. Hasta que una noche lo visitó una horda de demonios para pegarle hasta casi matarlo, pero Sant Antoni sobrevivió. Al día siguiente regresaron en forma de comadrejas para reabrir las heridas del monje. Cuando de repente, apareció un “brazo de luz” que consiguió la desaparición definitiva de los demonios, una luz que el monje sabía, que era Dios. Sant Antoni murió el 17 de enero del 356, es decir que vivió 105 años a pesar de una dieta pobre y trabajos duros.

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Una mañana protagonizada por los animales

Los orígenes de la fiesta se basan en la cultura agrícola de las Islas Baleares durante la Edad Medieval, por lo que tampoco sorprende la gran veneración que se tiene hacia Sant Antoni, el patrón de los animales domésticos. Aunque es cierto que la fiesta ha evolucionado y cambiado mucho a lo largo de la historia, las raíces no se han perdido. A día de hoy, la gente lleva a sus mascotas y otros animales a los pueblos para las “Beneïdes”. Entre la multitud de animales, se pueden encontrar desde caballos y perros, pasando por canarios, tortugas, hasta incluso payeses con sus rebaños de ovejas. Es una parte de la celebración que le encanta a todo el mundo, sobre todo a los niños.

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Una noche de foguerons, dimonis y torrades

En la mayoría de los pueblos, este día es festivo, permitiendo que los residentes puedan participar en las fiestas. Muy conocidos por sus tradiciones y espectáculos son Manacor, Sant Joan, Artà y Sa Pobla, donde la fiesta comienza por la víspera, es decir el 16 por la noche, aunque la gente suele reunirse para almorzar, en Artà incluso empiezan a festejar por la mañana.  Por la noche hay foguerons (hogueras), bailes de los dimonis (demonios) junto a Sant Antoni (representando las tentaciones a las que fue sometido el monje), torrades (barbacoas) en familia y con amigos, donde se comen botifarrons, sobrassada y en Sa Pobla además tienen la tradición de comer espinagada (un plato de anguila). Todo acompañado por el sonido de la ximbomba y glosses (glosas). En Sa Pobla y en Artà a estas tradiciones se le unen el baile de los caparrots (figuras con cabezas gigantes) y el canto “Lo Elogi” respectivamente.

 

¡A buscar el pino!

Seguramente la tradición más peculiar y excepcional está en Pollença, donde las fiestas empiezan al igual que en otras localidades por la víspera con los foguerones.  Pero el gran día para los pollensines llega día 17. Cuando después de las Beneïdes los pollensines se reúnen en la Plaça de la Almoina junto a la fuente del gallo para dar el sus (inicio) a la fiesta, empezando a caminar hacia la finca de Ternelles a buscar “u pi” (dialectal: “el pino”). Este pino de alrededor de 20 metros lo montan encima de un carro de madera con el que la gente sin ayuda de ningún otro medio lo lleva hasta la Plaça Vella dentro del pueblo. Pero antes de comenzar la bajada, cuando están en Ternelles almuerzan pa amb oli de arengades y vino, otras bebidas que se toman tradicionalmente este día son las Hierbas Mallorquinas y el Mesclat.

 

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¿Quién será el primero en subir?

Aproximadamente 3000 personas acompañan el pino en su camino hasta el pueblo, acompañados de xeremiers y bailes tradicionales como el Ball de Bot donde participan personas de todas las edades. Pero no es hasta las 19 horas cuando el pino llega a la Plaça Vella, donde el árbol ya descortezado y desramado se enjabona y unta con saïm (manteca de cerdo). Con la ayuda de cuerdas se logra levantar el pino, y se mantienen las poleas con las que se ha levantado el pino hasta el final de la fiesta. El pino pone a prueba a los jóvenes más fuertes y valientes, un símbolo de inmortalidad, de modo que él que consigue subir hasta la copa se hace “inmortal” (al menos durante unas semanas entre la gente del pueblo). En la copa, al escalador le espera un premio, que antiguamente era una senalla con un gallo dentro, el cual ha sido substituido por una bolsa de confeti y un premio económico.

 

Tradiciones que conectan fiestas

La tradición también existe en el Port de Pollença, donde el pino viene en barco desde Formentor. En Pollença el pino permanece en la Plaça Vella hasta el miércoles de ceniza, fecha en la que se corta el pino y se utiliza su madera para las espadas que se emplearán el día 2 de agosto para el simulacro de los Moros i Cristians durante las Fiestas de la Patrona de Pollença.